viernes, 10 de febrero de 2017

El Buen Fin, orgullo franciscano

Con la sencillez y humildad que derrocha el habito franciscano, en la calle San Vicente se echan a la calle cada Miércoles Santo un Cristo crucificado y su Madre bajo palio.

Este es el esbozo de la hermandad del Buen Fin, nazarenos franciscanos con cirios al cuadril. El Señor crucificado, el Cristo del Buen Fin, aunque solo en su paso derrocha una belleza que merece la pena descubrir, sobre todo en su besapies cada Domingo de Pasión cuando junto con su Madre bajan los dos para acercarse a nosotros y darnos su perdón.

Madre de la Palma, querida por todos, madre verdadera que aunque llorando te mire, es tal su belleza que hace que me hipnotice, palio señero, de los que pocos quedan, con angeles querubines que custodian tu nobleza.

Pero sin duda esta Hermandad destaca por su unidad y entrega, porque hacen de su caridad la mas fiel de sus promesas, que orgulloso estará el Señor de que Cristo del Buen Fin se llame ese centro de estimulación que lucha a diario por salir adelante y sacar la sonrisa de los niños y sus padres, que orgullosa estará la Virgen de la Palma de escuchar a esas familias que día a día le darán las gracias por cuidar tan bien de ellos ya que nada les falta.

Cuando un nuevo Miércoles Santo se inunde de marrón franciscano las calles del barrio, busca un ratito para escuchar esos sones y andares clásicos, que recuerdan a lo de siempre, a lo que hemos heredado, que el Buen Fin sale a la calle con el honor franciscano.

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