sábado, 1 de abril de 2017

Pasión de una ciudad entera

El patio que enmarca tu morada, escaleras que suben al cielo, capilla del Salvador donde la pasión florece a flor de piel.

Señor de Montañés, sobre tu catedral de plata te adentras en Sevilla bajando la rampa, con paso firme y seguro, de frente y con mimo. Sevilla espera su Señor de Pasión, ese Cristo que es perfección, obra cumbre del maestro que carga con la cruz cada Jueves Santo por las calles. Va ensimismado, pensando, asumiendo el camino al Calvario, sacando fuerza de donde no hay, humilde con ninguno, grandioso como nadie. Busca su mirada, por mucho que cueste al llevar la cabeza agachada, busca su mirada y descubrirás el poder de su grandeza, como te mira a los ojos y te lleva a su lado con su misma Pasión.

Al lado de Pasión, siempre estuvo ella, Virgen de la Merced, que gran belleza, como siempre acompañada de San Juan que no la deja y la consuela, Madre de Pasión, que siempre tras Él no los pierde de vista, que cuida de a ninguno nos falte esa pasión en el día a día, que hasta sus penitentes graban en la cruz ese lema: Pasión. Y custodian tu morada, cuatro nazarenos de blanco, con su hábito mercedario, que suerte tiene Sevilla que cada Jueves Santo llega a la Merced a través de la Pasión.

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