sábado, 25 de marzo de 2017

Soledad

  Con todo ya cumplido sólo esperando el milagro de la resurrección una madre deambula por las calles de Sevilla. A los pies de la cruz, rota de dolor y con la corona de espinas en sus manos se siente sola.

  Una soledad que a pesar de estar entre una multitud de gente en su plaza, no tiene consuelo. El fruto de su vientre se lo arrancaron de las manos, y sólo le queda la cruz a la que mira desconsolada y una corona de espina llena de la sangre de su hijo.

  Una hermandad sobria, que según los más rancios de Sevilla, ponen el broche de oro a la semana grande. Esa tracidión del Sábado Santo de al ver recoger la Soledad de San Lorenzo de tocar la puerta, como despidiendonos de la semana grande.

  Siempre he pensado, en ti soledad. Que estando tan sola, tienes tan cerca al Señor de Sevilla, que ya tu soledad no es tan grande. Que teniéndolo en esa plaza no sufres tanto. Como sufren los que llegan a tu reja a verte. ¿Cuántas peticiones? ¿Cuantos ruegos? ¿Cuántas personas te rezan? Esa reja es testigo de tu soledad y al mismo tiempo, de la gente que vive preso de ella.

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