martes, 14 de marzo de 2017

Martes Santo en La Calzá

Una nueva mañana da comienzo en la Semana Santa de Sevilla y mientras un romano, arrepentido, cae de rodillas ante un cristo muerto, miles de túnicas  y capas blancas con antifaces de terciopelo morado se dirigen hacia el barrio de la calzá, pues otro romano tiene que presentar al cristo que después en la cruz morirá.

Esta presentación no se demora más pues a las 5 de la tarde en las calles de tu ciudad andará un cristo con el torso desnudo y las manos “atás”, tras un Pilatos no muy convencido de su propia verdad, pues no ve en Él ningún mal y como consecuencia, sus manos se lavará, dejando a Jesús al pueblo y su voluntad.

Voluntad que mas tarde, unos cuantos tramos nada mas, se verá reflejada en sangre que se derrama en Sevilla, sangre, del mismo Jesús que antes fue presentado, ahora muerto y crucificado, sangre que le brota desde la cabeza a los pies, por el costado y por las manos, sangre derramada, aunque gracias a Dios que no fue en vano, pues esa misma sangre que le brotaba de la cabeza y el costado es la misma que desde aquel tiempo hasta hoy nos ha salvado.

Y terminando como empezó con esa mísera voluntad que el pueblo expresó, no solo produjo la consecuencia de la  muerte de Cristo, no, también produjo los llantos de una madre que sin consuelo llora al hijo que encarnó por obra del Espíritu.

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