sábado, 4 de marzo de 2017

El Cristo de Burgos

En la Plaza de San Pedro, el ruan negro prevalece en la tarde del Miércoles Santo.
La imagen del crucificado que realizara Vázquez el Viejo hace trasladarnos a los tiempos de antaño, cuando la Semana Santa estaba dando sus primeros pasos.

El crucificado es una obra que merece la pena pararse a mirar detalle a detalle, sobre su canasto de caoba y con solamente cuatro hachones que lo alumbran, no le hace falta más. Cristo esta ya muerto, solo en el Calvario. Obra que no olvidemos viene de lejos, Cristo de Burgos, inspirada en el que está en la catedral gótica burgense.

Y tras Él, medicina para los oídos, suena Tejera al compás de unas bambalinas que rebotan en los varales al son del bombo del Maestro creando una conjunción sublime. Madre Dios de la Palma, mirada al cielo, buscando a su hijo muerto en el firmamento, madre que cada noche de Miércoles Santo se pasea por esta ciudad que busca cualquier rincón para cruzar su mirada.

De Burgos a Sevilla, de Sevilla al cielo, bajo el Cristo de Vázquez el Viejo, para dejarnos como herencia al crucificado perfecto.

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