sábado, 3 de diciembre de 2016

Sentimiento Nazareno

  Madrugada de repeluco, tarde de nervios, de mirar la túnica fijamente, imaginando una y otra vez la estación de penitencia que está a pocas horas de comenzar. Cenas con un nudo en la garganta, como ausente. Llega la hora, te vistes de Nazareno con mimo, le das un beso a tu madre como si no fuera a volver, e iniciar el camino más corto. En este caso camino de calle Betis, viendo como la gente viene a llenar Triana para llevar en bolandas a sus devociones.

  Llegó a la casa Hermandad con los nervios propios de la primera vez, me presento ante mis titulares. Pero es Ella la que está vez me llama, y comienza una de tantas conversaciones que hemos tenido. Llega la hora de formar los tramos, se abren la puertas, salgo y noto ese ambiente, esa emoción, ese... " Que ya esta aquí"

  Reparto estampitas entre las personas mayores y llego al puente, mientras lo cruzo, siento que me voy de casa, que dejo atras un barrio que ya los está esperando de vuelta. Continuo mi estación de penitencia y llega el parón de la Magdalena, este tiempo me lo tomé para meditar y rezar.  Me sentí algo extraño, que entre tanto murmullo, gente riéndose y comentando la semana que llevaba, justo medio metro, estuviera yo, en silencio, rezando.

  Entramos en campana y otra vez el murmullo y el   "Que  ya está aquí Triana miarma" y seguimos para la calle que serpentea, los palcos, la Avenida y la Catedral. En la Catedral el frío y el recogimiento absoluto. Al salir, el cuerpo ya notaba el cansancio y el frío del alba de la mañana, el cuerpo se corta, lo pasas mal pero continúas, animándote a ti mismo, y paso tras paso ves en el horizonte.... Triana

  Llegas a Triana y Triana te recibe como la madre que recibe al hijo que se fue de viaje. Llegamos a nuestra hermandad hermana, la Estrella, la saludamos y continuamos. Y nos metemos en el corazón de Triana, pienso, "Dios mío, Santa Ana" pensaba que se terminaba el sueño, ese sueño que esperas un año entero. Las lágrimas me cayeron, pero Triana siempre te arropa y entre en Pureza y vi la alegria de la gente de que ya estábamos en casa. Cuando entre en la Capilla de los Marineros, no pude más y rompí a llorar, espere a mis titulares con el cansancio propio de la madruga.

 Ellos llegaron, la puerta se cerró y juntos, todos los Nazarenos como una familia, con un solo corazón, un sólo sentimiento nos despedimos de nuestra madre cantándole a Ella su Salve Marinera.

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