jueves, 1 de diciembre de 2016

Huele a Esperanza

El mes de Diciembre suele venir marcado por la festividad que celebramos el día 18: la Esperanza. Ay, cada vez que pronunciamos ese nombre y se nos va la mente a donde Ella habita.

La Esperanza habita en San Gil, detras de un arco color albero, la madre sevillana del hijo sentenciado que con esperanza espera a esa guardia romana que custodia su semblante, Esperanza nuestra que bajo sus cinco mariquillas acoge el corazón de cada uno de nosotros, Macarena de Sevilla, bella perla de San Gil.

La Esperanza habita en Triana, en el barrio de la alegría y el arte, en el arrabal marinero, marinero como Ella. Esperanza marinera, madre y capitana de nuestras almas que esperan encontrarse con ese rostro moreno cuando nuestro barco llegue a su puerto.

La Esparanza habita en Castilla, donde la O reside y nos espera cada día, madre del Nazareno que carga su cruz, madre que confiesa su dolor en sus lágrimas, pero madre que espera que el fruto de su vientre resucite, porque Ella es O de Esperanza, de madre divina que cura las penas de nuestras almas.

La Esperanza habita en San Roque, con Gracia y Esperanza de una madre que consuela sus Penas en un Cirineo que ayuda a cargar la cruz de su hijo ya cansado y levanta los corazones de cada persona que se acerca a ella cada día, es capaz de elevar cada sentimiento con sólo una mirada fija que llena los corazones de su Gracia y Esperanza.

La Esperanza habita en la Trinidad, madre salesiana que a sus hijos ayuda y auxilia. Madre llena de Esperanza que inunda una espera interminable para hacerla más leve, que con su mirada nos dice que tengamos esa fuerza, que aguantemos el tirón y que nos aferremos a Ella, a su Esperanza, a su mano trinitaria que auxilia cada obstáculo en el camino.

Y la Esperanza también habita en el Plantinar, donde todo el año reluce el Sol, Sol de misericordia que alumbra cada corazón colmándolo de la más pura de las esperanzas, danos tu Sol madre para que sepamos seguir el camino hacia el fruto de tu vientre, Sol que viene de lo alto para ampararnos.

Estas son las esperanzas sevillanas, las que velan porque no nos falte eso que dicen es lo último que se pierde y desde luego aquí en Sevilla no nos faltara nunca la esperanza.

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