sábado, 26 de noviembre de 2016

Triana navegó a Santa Ana

Como un reloj suizo, a las 18:30 se ponia en la calle el cortejo de la Hermandad. Como si del Señor se tratara, el silencio se apoderó de pureza. El Santísimo Cristo de las Tres Caídas avanzaba entre un mar de cabezas y tras Él, la reina de Triana con manto negro, seguía los pasos de su hijo hacia la Catedral del barrio trianero.
Triana conocía por su derroche de fervor y su manera de vivir la pasión, guardaba un silencio sepulcral. No había ni vivas, ni guapas esta vez, todo era recogimiento y rezo.
Uno de los momentos cumbres fue dentro de Santa Ana, cuando se le cantó a los titulares. Al Santísimo Cristo de las Tres Caídas se le canto su padre nuestro y a la Esperanza de Triana, su salve marinera.

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